Te miro y no te veo, Andrea.
He estado pensando en esto millones de veces, he recapitulado en infinitas ocasiones sobre mi vida, pero no la encuentro. He intentado salir, entrar, y volver a salir de mi conciencia. Pero nada funciona. Ya no hay nada que buscar aquí dentro, nada que esperar, y menos aún que comprender.
Ya no hay nada que me salve ni nada que me haga querer ser salvada. Todo lo que me llena por fuera me deja vacía por dentro, y todo lo que me llena por dentro ha desaparecido.
No quiero comprensión alguna, por parte de nadie. Ni siquiera mía. Porque la mía es la que más daño me hace.
Sé que puedo ser mucho mejor de lo que soy, pero no quiero. Estoy cansada de querer. De esperar.
Alabo vuestro desconocimiento de la realidad. Me parece un paralelismo mágico, del que querría formar parte. La falta de comprensión que os rodea os hace felices, ¿verdad? ¿Y juzgar? Eso os vuelve locos.
Me gustaría sentir eso. Sentir, eso sí que me encantaría. Irme sabiendo que hay alguien que no lo hará, y quedarme con el claro pensamiento de que lo hago acompañada.
Me gustarían tantas cosas que ya no me gusta nada.
Y lo de la esperanza.. Eso sí que me da risa. "Oh, la esperanza es lo único que te queda cuando no te queda nada". ¿No os parece un síntoma de debilidad absoluta? Porque a mí sí.
He olvidado lo que es ser. Y tengo demasiado claro el recuerdo de lo que es estar. Porque no es un recuerdo, es una realidad cada vez mayor que me aplasta con ella y no me deja respirar.
Yo, claro ejemplo de que no todo es lo que parece.
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