jueves, 26 de diciembre de 2013

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Ahora las canciones hablan por mí, cuando más cosas tengo que decir.

Estoy encerrada en un caos mental del que salgo para volver a entrar. Un feedback nulo.



'Ella era radiante y oscura a partes iguales. Tenía ese magnetismo que pocas veces se ve en las personas, pero lo desaprovechaba. No sabía muy bien qué hacer con él, y lo compartía abiertamente con personas que no sabían aprovecharlo.
Se cansaba de buscar cuál era el problema, echándole la culpa siempre a ella misma de sus quebraderos de cabeza, martirizándose por algo que nunca tenía. Incluso llegaba a pensar que se había puesto solita en esa situación, que cada noche la buscaba inconscientemente. Parecía que disfrutase con las angustias que le ocasionaban todas esas cosas que siempre buscaba. Y encontraba.
Parecía que se había hartado, que iba a hacer las cosas bien, eligiendo ella misma el rumbo de su vida. Pero en el fondo de su corazón sabía que era imposible. Ella no llevaba las riendas, no tenía la suficiente fuerza como para hacerlo. Y eso, al fin y al cabo, no le disgustaba del todo.
Se había cansado de esperar y esperar, de dar y no recoger nada de vuelta. Le desgarraba el alma asumir que su vida era así, y lo iba a seguir siendo. Pero lo hacía. Lo hacía porque no le quedaba más remedio, porque estaba ella sola contra sus tinieblas. Porque en este mundo de egocentrismo la única persona que se preocupaba por lo que pasase por su cabeza era ella misma.
Pedía a gritos alguien que le salvase, que tirara de su brazo para que saliese de allí. A gritos pero en silencio, porque nunca nadie jamás lo supo. Quería ser querida pero no querer, y eso era demasiado egoísta hasta para ella. Por eso sabía que no podría tenerlo nunca. Eso era lo que más temía de todo. Se temía a ella misma en todo su esplendor. Y eso le angustiaba.

Tenía que salir de ahí. Y no paraba de repetirse siempre la misma pregunta: "¿cómo?".'




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