Qué lejos estamos
(aún cuando estamos al lado)
Qué poco nos tocamos
(aún cuando me estás abrazando)
Qué poco nos conocemos
(aún cuando me hablas durante horas)
Qué poco me llenas
(aún cuando estás dentro de mí)
Pero cuánto me gustas.
Qué lejos estamos
(aún cuando estamos al lado)
Qué poco nos tocamos
(aún cuando me estás abrazando)
Qué poco nos conocemos
(aún cuando me hablas durante horas)
Qué poco me llenas
(aún cuando estás dentro de mí)
Pero cuánto me gustas.
Es curioso que cada vez que recuerde a una persona la recuerde sin ojos.
Como si no pudiera mirarme, como si sólo emitiera palabras -que soy incapaz de escuchar-.
Quizá es que me da miedo buscar algo que sé que no voy a encontrar. O encontrarlo y que sea en vano. O quedarme enamorada de ellos.
Tienes unos ojos preciosos. A juego con nada.
Necesito escribir un libro que no hable de mi. Reconozco que, de un modo u otro, todos mis textos están dedicados a la autocomplacencia. Y me frustra y resucita a partes iguales, qué le voy a hacer; entonces quiero morirme o que me maten.