Es curioso que cada vez que recuerde a una persona la recuerde sin ojos.
Como si no pudiera mirarme, como si sólo emitiera palabras -que soy incapaz de escuchar-.
Quizá es que me da miedo buscar algo que sé que no voy a encontrar. O encontrarlo y que sea en vano. O quedarme enamorada de ellos.
Tienes unos ojos preciosos. A juego con nada.
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