En esta vida nos encontramos con muchos tipos de personas diferentes. Sin nada en común a simple vista, pero exactamente idénticos cuando se trata de aplicar su carácter a tu persona.
En cuanto a las mujeres, en realidad somos sencillas. Está la típica aparente zorra, con más carencias afectivas que tú y yo juntos, la aparente pasota.. Todas con una fachada inmóvil ante sentimientos. Y luego están las zorras de verdad. Pero esas son una especie a parte. En realidad os quejáis mucho de nosotras, pero no tenéis ni idea de lo fácil que puede llegar a ser manipularnos con cuatro palabras.
Pero si nos ponemos a hablar de los hombres ya es harina de otro costal. Aunque en realidad todos parecen un mundo, son idénticos. Idénticos a la hora de hacerte sentir miserable. Les basta con poco. Tenéis mucho poder sobre nosotras, ¿sabéis? Solo que apenas una minoría sabe utilizarlo correctamente.
Seas mujer, seas hombre, o tengas tu sexo menos definido que el de Falete, también podremos observar ese hijoputismo tan característico del ser humano. Esa pasividad ante la vida o ese afán de hacer tantas cosas juntas que se nos van de las manos y desbordan. Cometemos los mismos fallos, causamos los mismos sentimientos, jugamos a contar las mismas mentiras.. Y esto es así. 1 de cada 6.ooo.ooo de personas que hay en el mundo vale la pena, y cuesta encontrarla.
Vale, si, todos habéis pensado en alguien cuando habéis leido esto, pero ¿estáis seguros? ¿Daríais todo lo que tenéis por esa persona, incluido vuestras vidas? Es una pregunta que todos nos debemos plantear alguna vez en la vida, pensar en si eso nos sería devuelto. Porque las palabras pueden ser muy bonitas y sus adornos pueden ser tan llamativos que nos absorban completamente. Pero la realidad se plasma de otra manera, y hasta ahora nadie ha sabido comprender de verdad la complejidad de nuestros pensamientos. Asique no vayáis de filósofos por la vida, de psicoanalistas.. Porque esas mierdas ya estan muy vistas incluso para mí.
En la vida se demuestra con hechos y no con palabras. Aprended de esta frase porque es la única que a veces me ha hecho a mi apearme de mi propio tren y gritarle a alguien a la cara que preferiría que estuviese enterrado bajo tres mil metros de tierra.
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