domingo, 18 de marzo de 2012

¿Para qué?

Deambular sin rumbo fijo, olvidada entre dos paredes que aplastan y con la mirada tan perdida que me asombra. Aferrada a un puñado de palabras para subsistir y con los ojos demasiado hinchados como para poder responder. Temblor en los dedos y metamorfosis en la mente. Debilidad infinita ante el mundo que me rodea y los gritos sordos de la vida, hacia un fin que no encuentro y no concibo obtener.
¿Qué importa quién seas si al final todos nos reducimos a polvo? ¿Qué más da lo que pienses si al fin y al cabo los pensamientos son tan abstractos que se evaporan ¿Cual es el sentido que tienen los sentimientos, si ni siquiera existen? ¿Para qué sirve una lágrima si no es para ahogarte?
En el sinsentido de todo es donde deberíamos hallar la esencia. En las miradas vacías y en las caricias rotas, no en el tiempo que nos aplasta y nos depura.
El ser humano es tan complejo que en ocasiones preferirías no pertenecer a su especie.

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