A veces me gusta imaginar que no son tus dedos lo que me toca, si no tu alma. Me descubro fantaseando con las pupilas de tus ojos clavadas en mi corazón, y con lo más profundo de mi vientre embriagado con tu poder.
Yo, que me creía muerta, que me pensaba dueña de nada, aferrada a lo ajeno de una manera incontrolada. Rodeada por tu destino, bailando junto al mío, cantando una canción sin letra, jugando a no ser.
Me gusta pensar que no hacen falta palabras, que sólo hay sinergia.
Pero luego despierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario