lunes, 18 de mayo de 2015

Adrián

Inventamos un idioma y fue nuestro mayor regalo.
Esos ojos, esos labios, ese perfil, esa forma de vivirme, de sentirme, de ser. Ser, pura y definitivamente, sin escombros, sin tinieblas, sin fin. Yo soy tú y de ti respiro, regalándote así también mi vida. Mis manos, mis miradas, mis caricias, mi sexo. Todo es tuyo más que mío y en ti se desvanece. Convertiste un final en mi principio.
Nazco en ti y contigo muero cada noche. Y cuando sale el sol vuelvo a nacer, ya fundida en ti. Y muero y resucito de nuevo, cada vez que me tocas.
Me convertiste en eterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario