lunes, 26 de agosto de 2013

"No voy a entrar preso por soñarlo sólo"

Me inquieta que no me duelan ciertas cosas.
Siempre he sabido dónde encontrar mis cuadernos, dónde encontrarme a mí. Siempre he sabido dónde están mis límites, para poder olvidarme de ellos y saltármelos.
Siempre me ha gustado conocerme, aunque no sepa quién soy. Tumbarme y recordármelo.
Pero ahora el suelo está frío, las paredes atrapan y mi mente no es tan pura.
Ya no estamos en las mismas, no tenemos 17 años.
Me pierdo entre la multitud, me encuentro en el caos. Me angustia la soledad y la gente me abruma. No me gustáis. No me gustáis una mierda.
El ser humano, desde el principio de su existencia, siempre ha sido una máquina de hacer daño; preparada en todo momento para aniquilar. ¿A quién coño le importa cómo nos sintamos? Eso lleva dando igual mucho tiempo.
Trascendencia intrascendental, esa es mi vida.
Ya no miro al pasado con nostalgia, ya no me enfrento al futuro con miedo. Ni siquiera quiero escapar de mis tinieblas. Lo único que ahora me asusta es lo que yo pueda llegar a ser, pero ni eso es importante.
Me siento jodidamente orgullosa de mí misma y mi fortaleza; y sí, me comería a besos si pudiese.
Ni una preocupación, sin más angustia que lo mundano del día a día.. ¿Quién no envidiaría esto?

Este caos es mi paz.

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