Hay muchas formas de entrar en la vida de alguien. Por la puerta grande es una de ellas. La mejor, o la peor, según la forma en que lo mires.
Cuando la puerta está tan abierta que dejas entrar a cualquiera es muy fácil que salgan por el mismo sitio por el que llegaron. Cuando estiras los dedos para intentar tocar algo que está lejos, y con suerte consigues agarrarlo un poco, no es nada complicado que se te caiga. Porque tú mismo lo estás cogiendo con inestabilidad.
¿Pero qué estabilidad se le puede pedir a una persona que no es estable en absoluto?
Buscar la estabilidad emocional, da igual del tipo que sea. Aferrarte a algo y sentir paz, eso es difícil, eso cuesta mucho.
Hay veces que hasta las personas más sencillas, las que menos le piden a la vida, se cansan de esperar algo que nunca llega.
Es posible que la culpa de nuestros fracasos la tengamos nosotros mismos, pero ¿qué pasaría si nos culpasemos constantemente? No podríamos aguantarnos; tenemos que hacer a los demás partícipes de ellos si queremos seguir en este mundo medianamente enteros.
Porque de eso se trata, ¿verdad? De seguir enteros, o al menos parecerlo. Que estés completamente roto por dentro, pero que no se note.
¿Qué coño le pasa a la sociedad? ¿Por qué está todo tan corrompido? Es bastante complicado encontrar a una persona hoy en día. Cada vez las relaciones son más utópicas.
Yo ya me aburro de esta estabilidad inestable, de caerme y levantarme, o de que la caída sea simplemente psicológica. Necesito algo que me haga saber que me voy a mantener de pie pase lo que pase. Alguien que no pregunte, que esté. Dejar de tener frío en la cama, de echar de menos algo que no existe ni existió nunca, abandonar ese vacío. O dejar de llenarlo constantemente y fracasar en el intento.
No quiero más intentos.
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