Las ganas de algo suelen ser la antesala del fracaso, eso es lo que yo he aprendido.
La ilusión y los nervios por un acontecimiento parecen estar ligados con sentirse defraudado respecto a alguien, con ese pesar que acompaña los acontecimientos posteriores, esa inseguridad y negatividad que caracteriza al ser humano.
No pienso escribir jamás textos de autoayuda, ni seré quien nunca para dar consejos, porque de lo único que puedo estar segura es de las consecuencias que pueden tener unos actos para mí, y a veces ni siquiera eso.
Me gustaría por fin encontrar un tema sobre el que escribir, algo que realmente merezca la pena ser redactado, no todos estos pensamientos inútiles que se me agolpan en la cabeza y no quieren salir. O quizá es que si quieren, por eso hago esto.
Porque si lees cualquiera de mis textos ninguno tiene sentido, y lo peor de todo esto es que se han vuelto demasiado pragmáticos. Sin la magia de antes, sin leer siendo fascinado. Ahora parezco más una terapeuta de mi misma que un almacén de sentimientos profundos.
Quizá también es que éstos están demasiado abajo, tan sepultados ya que es imposible sacarlos a la luz de una forma bonita, sin que quede iconexo.
Me echo de menos y desprecio mi yo de antes a partes iguales. Me adoro y a la vez me dan ganas de estrangularme por haber sido tan sumamente gilipollas en algunas ocasiones.
Pero algo de lo que estoy segura es de que la culpa de todo esto no la tengo sólo yo. Nos lo hemos cargado entre todos. Con los nuevos valores de ahora, con ver normal algo estrambótico, con permitir utilizar a los seres humanos.
¿Qué es esto de ahora de ser el más guay por utilizar a una persona? ¿De fardar de no tener sentimientos? ¿De qué va el rollo de ocultarlos y poner de excusa que tenemos miedo al compromiso? Esos problemas han existido desde siempre, pero nosotros mismos estamos creando una sociedad que los resalta y hace que incluso la gente se sienta orgullosa de ridiculeces que ni siquiera le hacen feliz.
No lo puedo decir de otra forma, ESTAMOS GILIPOLLAS. Hemos dejado que los medios, las series de televisión americanas con sus guiones ridículos y altamente ficticios y cualquier referente que tengamos nos absorba. Hemos perdido absolutamente nuestra personalidad, dejando en segundo plano lo que deseamos nosotros ser para exponernos a los que quieren los demás que seamos. ¿No nos damos cuenta de que la gente a lo mejor tampoco quiere eso?
A esto me refiero cuando digo que la culpa es de todos. Nosotros no somos como queremos ser realmente, pero tampoco dejamos que los demás lo sean. Como si ahora, en pleno siglo XXI tuviéramos que tener miedo de lo que las personas opinen de nosotros..
No se nos puede olvidar que la verdadera opinión, la que cuenta, es la nuestra propia, y estamos profanando nuestra conciencia y nuestra metacognición para satisfacer las necesidad de personas que nos dan COMPLETAMENTE IGUAL. Esto es más ridículo que otra cosa.
Deberiamos replantearnos nuestras vidas, mirar a nuestro alrededor, ayudar a que los nuestros lo hagan, y crear un sistema social sincero, de verdad, algo basado en felicidad y no en un mero escaparate.
Nos estamos traicionando a nosotros mismos cada vez que decimos que el ser humano es libre. No lo estamos siendo.
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