viernes, 24 de febrero de 2012

Cerrando los ojos se apaga el universo.

Las palabras brotaban de sus labios simulando cadenas. De oro, de fuego, de vida.. Infinitas cascadas de sentimiento gritaban libertad desde lo más hondo de su interior.
Y mientras tanto, ahí estaba. Ella, que tanto le debía a la vida, a la muerte. Aquella persona capaz de convertir en cielo en el infierno, el todo en la nada, de fundir alma y cuerpo..
Sus delicados dedos rozaban la punta de mis cabellos, acariciándolos en un sin fin de idas y venidas, de sacudidas inertes y de energía palpitante.
Jamás supe entender la complejidad de sus versos, el significado de sus filosofías, el sentido de su tedio. Su corazón palpitaba en mi pecho, sus cabellos dorados de fuego se revolvían con mis vaivenes, con sus suspiros, con nuestras miradas.. Estaba hecha para amar, para despertarme y volverme a dormir, para resucitarme a la vida con un simple pestañeo. Su olor a dulzura ardiente y su aliento sobre mi cuello me recordaban la maravilla de sentirse pleno. Decía adiós a la superficialidad mientras me dejaba abandonar por su boca, la única fuente capaz de transmitirle paz a mis sentires. Las delicadas yemas de sus dedos jugaban a crear circunferencias sobre mi frío destino, marcado por mí mismo y la oscuridad que me caracterizaba.
Ella no podía parar de penetrarme con sus brillantes y oscuros ojos, quería devorarme, saciar su hambre de mí y esa soledad que tanto le espantaba cuando se sentía caer.
Nunca supe comprender de verdad que significaba ese éxtasis, esa orgía de lírica que emanaba su boca, la irradiación de su ser, su magnetismo. Jamás estuve presente en los alocados bailes de su mente, en las olas de martirio que amenazaban con azotar su corazón. Pero la amaba, la amaba con toda mi alma, con todo mi cuerpo y con todo pensamiento existente. Ella era única, la única. Mujer capaz de hacerme sentir Dios de la nada y del universo, ¿por qué me abandonaste? ¿Dónde quedó ese canto celestial que invitaba a los más gloriosos festejos? ¿Quizá en el más allá, donde todo tiene cabida? Quién sabe. Ni siquiera viviendo lo sabremos. El sobrecogimiento que dejas en mi pecho es tan eterno que ni soñarte puedo, ni vivirte quiero. Aniquilaste mi esencia con tu sabor a miel, con tus besos de caramelo y tu sensualidad férrea e impoluta.
Ahora entiendo el significado de la muerte. La vida en tus brazos, en tu vientre, sentirnos uno, ese orgasmo que me devolvía a la vida.
Ahora entiendo el significado de la vida. A tu lado, querida, la vida eres tú.

2 comentarios:

  1. genial, fabuloso, me encanta. escribes fenomenal, me gusta mucho esa mezcla de lirica con prosa. redacta algo mas asi!!!!

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