Un lugar en el que no haya que rendirle cuentas a la vida. Esa esquinita alejada del planeta donde nada importa y todo tiene valor. Donde los mejores momentos son efímeros y la eternidad es tan vasta que ha dejado de hacer mella. La incomunicación indirecta. Un sitio en el que estas palabras cobren sentido y respirar sea gratis, que la soledad se valore y la compañía sea únicamente deseada. Solo pido que el silencio y los gritos no ensordezcan, que aclames al cielo y te lo devuelvan, aunque sea de vez en cuando.
No me juzguéis, no creáis que me conocéis, porque estaréis a mil millones de millas de hacerlo.
Busco una utopía más allá de todas las leyes físicas y mecánicas, de las superficialidades y de todo aquello que nos aplasta sin piedad por miedo a que lo aplastemos nosotros primero. Algo que muy poca gente es capaz de entender. Busco la paz conmigo misma, eso es. No sentir ni padecer más que lo justo y necesario. Que me regalen la libertad, no que sea así de cara. Y que ría y llore a partes iguales.
Ya me lo busco yo sola, no os preocupéis. Solo necesito calma.
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